Una composición de rincones escondidos y tranquilos, de atractivos
secretos inalterados, de impresiones misteriosas y sensaciones sosegadas. Así
es esta comarca padronesa que reposa sobre una creación literaria y
paisajística, recorrida por los poemas de Rosalía, al fondo de la bella ría de
Arousa y en la confluencia de las vegas de los ríos Ulla y Sar, en el centro de
una tierra hermosa, fértil, llana y apacible, testigo de la desesperación
última de Macías O Namorado, y cuna de ese hábil y gran manipulador del
lenguaje como fue Camilo José Cela. Todos ellos han dejado en la villa y
alrededores sus huellas literarias y su halo sentimental. Ni Padrón ni Iria
Flavia, rebosantes de historia, serían
las mismas sin sus estrofas, versos, metáforas, palabras y sensibilidad.
Padrón y alrededores.
Padrón, municipio situado en el
extremo suroccidental de la provincia de A Coruña, se extiende sobre un amplio
valle, bañado por las aguas del Sar y protegido por los montes de Miranda y
Santiago. Su historia no se puede desvincular de la antigua ciudad de Iria
Flavia, población romana de cierta envergadura. Más tarde, el devenir histórico
de esta villa se vio reforzado por las leyendas jacobeas que relatan la llegada
y amarre, a su puerto medieval, de la misteriosa barca que transportaba el
cuerpo del Apóstol Santiago, después de un largo viaje desde Judea.
Durante la Edad Media , Padrón e
Iria Flavia se convirtieron en paso obligado para todo peregrino que llegaba a
Compostela a través del mar. De esta forma, la tradición nos ha legado la ruta
jacobea marítima, entrando por la ría de Arousa y pasando por Iria. Pero su
importante desarrollo y crecimiento convirtieron estas codiciadas tierras en un
objetivo deseado por árabes, normandos y vikingos. Para defenderlas, se hizo
necesaria la construcción de las famosas Torres del Oeste o de Catoira,
mandadas edificar por el Obispo Cresconio. La época de plenitud de Iria Flavia
decayó, una vez descubiertos los restos del Apóstol. A partir de los siglos XII
y XIII, su proximidad a la ciudad de Santiago ha hecho de ella lugar de
acogimiento de los obispos compostelanos.
Gran parte de la historia de esta
comarca se refleja en las esculturas y edificios religiosos como el Cruceiro Plateresco de Fondo da Vila,
las iglesias de Santiago y del Carmen, el convento de San Antonio, o la Colegiata de Santa María
Adina; también en las construcciones civiles –como en el Palacio de Quito, del
siglo XVII, con magníficos soportales, manifestación de arquitectura barroca y
que fue residencia del arzobispo de Quito, o en el Alfolí do Sal, un almacén de sal, de estilo románico del siglo XII.
Por otro lado, su historia
literaria, popular y costumbrista queda patente en sus estatuas, como la de
Cela en el paseo del Espolón, la de Rosalía -situada en frente de este último-,
la de la Sementeira
-dedicada a la vendedora de semillas, la de A Pementeira -un homenaje a las
gentes que cultivan los pimientos de Padrón-, la de Macías O Namorado…
También sus calles, de origen
medieval, nobles, antiguas y estrechas, junto con sus seductoras plazas, se
despliegan y se integran por esta singular villa gallega. La muralla y diversas
puertas, hoy ya desaparecidas, como la del Bordel,
la de Fondo da Vila, la del Sol, la de Ponte de Santiago, la de la Barca
organizaban estas calles y plazas. No hay que olvidar la acogedora alameda de
viejos árboles, denominada el Paseo del Espolón, construida sobre el lecho del
río Sar, en donde todos los domingos, se celebra el típico y concurrido mercado
popular para adquirir sus abundantes y variados productos de la tierra, entre
ellos los famosos pimientos.
Precisamente, muy cerca, en Herbón,
tiene lugar, durante el primer fin de semana de agosto, la fiesta gastronómica,
declarada de Interés Turístico, que exalta esos famosísimos pimientos locales.
Además, allí, se encuentra el Convento franciscano de San Antonio, un conjunto de sobrios edificios, protegido por una muralla
cerca del río Ulla y dentro de una masa forestal de huertas frutales y árboles
centenarios, con un claustro del siglo XVI y una iglesia del XVIII. La Historia relata que
fueron los monjes franciscanos los que trajeron los famosos pimientos de
América. Cerca de este templo conventual se sitúa la iglesia románica de Santa
María de Herbón, del siglo XII, que
conserva ábside, canzorros y puerta de ese estilo arquitectónico.
Volviendo al Espolón,
contemplamos la iglesia de Santiago, de austero neoclasicismo, con un origen
románico del siglo XII, y levantada por
Xelmírez. Del antiguo edificio religioso ya no queda apenas nada. Pero,
actualmente, guarda bajo su altar mayor el Pedrón o columna de granito, que le
da nombre a la villa. Se trata del ara votiva romana dedicada al dios Neptuno y
que, según la leyenda, es el pedrón de
ouro al que fue amarrada la barca de piedra que transportó el cuerpo del
Apóstol Santiago a Galicia.
Conserva, también, un púlpito de estilo gótico con
una imagen de Santiago Peregrino. Un hermoso puente de piedra del siglo XIX,
junto al Espolón, une las dos orillas del Sar que tan bien han inspirado a
Rosalía. Si lo cruzamos, llegamos a la fuente del Carmen en donde se representa
el bautismo de la reina Lupa, escena que se interpreta como la evangelización de
estas tierras por el Apóstol.
Tras este manantial, se levanta el elegante convento del Carmen, uno de los edificios de estilo
Neoclásico más notables del siglo XVIII y que custodia magníficas esculturas.
Su situación privilegiada, sobre un promontorio, en la ladera del monte San
Gregorio, lo convierte en una magnífica atalaya para contemplar, desde su
balaustrada, la villa de Padrón y gran parte de sus alrededores. En las
inmediaciones, nos espera el típico lugar de Santiaguiño do Monte, el punto más
elevado de esta comarca, lleno de referencias jacobeas, con capilla y altar dedicados
a Santiago, sobre rocas de formas caprichosas en donde, según cuenta la
leyenda, predicó el Apóstol por primera vez en esta tierra. Coincidiendo con el
25 de julio –día del Apóstol Santiago-, se celebra la romería de Santiaguiño do
Monte en este venerado lugar. A ella alude, con estos versos, Fermín Bouza
Brey:
“O Santiaguiño do Monte
non
vin festa como ela:
o
que vai volve contento
e
o que non vai rabea”.
De vuelta al centro urbano de
Padrón, no debemos olvidar la visita al Jardín Botánico, declarado Monumento
del Patrimonio Artístico. Se trata
de un acogedor vergel del siglo XIX, de diseño francés, el más grande de
Galicia -dentro de sus características-, con una extraordinaria riqueza
florística que conserva unas trescientas especies de exóticas plantas. La
estatua de Macías O Namorado -poeta del siglo XIV- y sus versos imperecederos
pasan casi desapercibidos entre el carballo,
el loureiro, la fotinia serrulada de China, el ave
del paraíso de Sudáfrica, el espino
albar, especies procedentes del Himalaya, el palqui de Chile, el aliso
italiano…. A Macías, oriundo de esta villa, con una vida turbia y una muerte
más turbia aún, se le ha vinculado con el amor que conduce a la muerte, a la
desesperación última provocada por amores imposibles y que manifestó ese
sufrimiento amoroso en estrofas como ésta:
“Cativo de miña tristura
xa todos prenden espanto
e preguntan que ventura
foi que me tormenta tanto”.
Dejando el casco histórico
padronés, el visitante puede dirigir sus pasos hacia el magnífico pazo de Lestrove -hoy transformado en
casa de turismo rural-, enclavado en la pequeña vega del mismo nombre, y que
acogió a arzobispos compostelanos. Rosalía inmortalizó este acogedor lugar en
uno de sus poemas de Cantares Gallegos:
“Como chove miudiño,
como miudiño chove;
como chove miudiño
pola banda de Laíño,
pola banda de Lestrove”.
Y si nos encaminamos hacia la
parroquia de Iria Flavia, podemos contemplar el pazo de Arretén o Casa Grande
del siglo XVII que perteneció a los antepasados maternos de Rosalía. En él,
ella y su esposo, Manuel Murguía, pasaron largas temporadas. La escritora lo
evoca en su obra Follas Novas con
estos versos:
“Ó pé do monte, maxestuoso, erguíase
na aldea escura o caserón querido,
ca oliva centenaria
de cortinax ó ventanal servindo”.
Este impresionante pazo en donde
la poetisa escribió parte de su trabajo literario, está recorrido por una
espléndida arcada en uno de sus laterales que sostiene la terraza con
balaustrada de piedra. Una elegante escalera termina por completar este
suntuoso conjunto arquitectónico rural.
Todavía queda mucho más que contar sobre esta villa coruñesa, especialmente recuerdos literarios que serán el tema de la segunda parte de este trabajo sobre Padrón.
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