El Pasatiempo, donde habita la originalidad.
La historia y el devenir del
Betanzos de las últimas décadas no estarían completos sin la memoria de sus dos
indianos benefactores: los hermanos García Naveira. Su máxima preocupación,
recién llegados de Argentina, se centró en invertir su fortuna, conseguida en
América, en obras benéfico-sociales y en los aspectos educativo y cultural.
Intentaron que los niños y adultos de Betanzos tuviesen unas oportunidades que
ellos no habían tenido la suerte de disfrutar.
El Sanatorio de San Miguel; la
fundación de Escuelas -en las que se aplicaron las más avanzadas técnicas
pedagógicas y que, hoy en día, se conservan en condiciones óptimas-; dos
lavaderos públicos sobre el río Mendo -uno de ellos, el de “As Cascas”, todavía
se sigue usando-; el asilo de ancianos; su propia casa, de estilo afrancesado,
situada en la Plaza
del Campo y, sobre todo, el singular y encantador Parque del Pasatiempo, son
obras construidas por ellos. Aunque algunas ya han desaparecido, otras se han
logrado conservar. Entre éstas últimas destaca este extenso parque
enciclopédico, a las afueras de Betanzos, que no pasará desapercibido para el
visitante. Encontrar un conjunto tan peculiar y original en cualquier otro
lugar del mundo, creo que puede convertirse en una ardua y quizá imposible
tarea. Por ello, este entrañable e imaginativo parque pienso que merece un
capítulo propio dentro de este reportaje.
El fantástico y onírico proyecto
fue ideado por ambos indianos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX,
con la pretensión de servir no sólo de espacio de recreo, sino también como un
ámbito educativo para los betanceiros y para los habitantes del entorno. Muestra
aspectos y elementos de la historia y cultura de países lejanos. Para realizar
este ambicioso trabajo, Don Juan García Naveira, su principal propulsor, se hizo
con una superficie de terreno de 90.000 metros
cuadrados , y que recibirá el nombre de “la huerta de Don
Juan”. Los conocimientos adquiridos en sus muchos viajes le sirvieron de
inspiración para plasmar, en esta gran obra personal –considerada por algunos
como la “obra de un loco”-, las escenas y maravillas que descubrió.
En esta extensión se distinguen
dos partes muy bien definidas. Un primer elemento orográfico responde a una
llanura pantanosa, cuyas aguas fueron canalizadas y que se preparó para
albergar jardines con avenidas, puentes, plazoletas y grandes fuentes como la
de las Cuatro Estaciones, la de Neptuno o la de Cupido; y también estanques,
entre los que destaco el de los Papas que estaba rodeado por los bustos de los
400 pontífices que habían existido desde San Pedro. Pequeñas construcciones,
como la casa de los espejos o el pabellón de los mosaicos, formaban, también,
parte de este parque. Cada una de las avenidas que ordenaba los jardines tenía
una finalidad didáctica e ilustrativa. Existía, así, la avenida de los
Emperadores Romanos, adornada con los bustos de aquellos personajes históricos
realizados en mármol blanco; la avenida de los Álamos, con esculturas de
destacados hombres de letras como Dante, Dickens, Cervantes, entre otros; y
grupos escultóricos como el de la Caridad Romana y el de los Hermanos García
Naveira. Hasta su propio dormitorio y comedor totalmente amueblados, hechos en
mirto recortado, aparecían también representados. A estos jardines se accedía a
través de una gran entrada custodiada por dos leones, esculpidos en mármol de
Carrara, y que fueron trasladados al Santuario de Covadonga en Asturias.
El segundo elemento orográfico
del parque es la ladera de la colina. Esta zona –la que mejor se ha conservado
de todo el conjunto- se preparó en cinco niveles en donde podemos contemplar un
completo y sorprendente grupo de temas enciclopédicos: el estanque del Retiro, misteriosas
grutas y cuevas artificiales con sus estalactitas y estalagmitas, un gigantesco
león, inscripciones y altorrelieves a lo largo de las paredes realizadas en
diversos materiales, entre los que predomina el cemento. Aparecen representadas,
así, la escena del viaje realizado por don Juan y su familia a Egipto, la
muralla china, la pared de los husos horarios, una estación funicular, un
aeroplano, el canal de Panamá, el árbol genealógico del capital, seres
mitológicos, un buzo, entre otros curiosos temas y relieves escultóricos. También
tuvo cabida un pequeño zoológico en la parte superior de esta ladera. Todo ello
rodeado por una exótica vegetación. Y en lo más alto, el mirador chino desde el
que podemos contemplar una vista panorámica de la Ciudad de los Caballeros.
A partir de la década de los años
30, con la muerte de Don Juan, el inicio de la guerra civil, la erosión que
ocasiona el paso del tiempo, los expolios y las intervenciones urbanísticas en
su entorno -como la apertura de una carretera que atravesaría toda la finca rompiendo
esta unidad en dos partes-, se produce el progresivo abandono y declive del
Pasatiempo que, incluso, llegó a aparecer en famosas guías turísticas de la
época. Cayó, así, en el olvido y la desidia.
Después de haber visitado en un
par de ocasiones este excepcional parque, plagado de abundantes imágenes e
inscripciones interpretativas, siempre me ha surgido la pregunta de por qué una
obra con unas características tan llamativas ha quedado abandonada y habitada
por la maleza durante bastantes años. ¿Sería, quizá, porque, para un
historiador, este parque, sin apenas antigüedad, carecía de una calidad
artística reconocida y, consecuentemente, se trataba de una obra cuya
monumentalidad se ha cuestionado?
A partir de los años 80 y 90 del
siglo XX, el interés de diferentes colectivos por conseguir que este emblemático
y fantasioso parque floreciese de nuevo, logra las ayudas económicas para
realizar los proyectos de rehabilitación que supondrán una destacada
remodelación de este encantador paraje único. Así, la estatua de los hermanos
García Naveira se traslada a su ubicación actual, en la Plaza del Campo. Además, el
Ayuntamiento adquiere los terrenos de la zona ajardinada, levantando en ellos
unas instalaciones deportivas. La denominada parte enciclopédica fue restaurada
en su mayoría, prevaleciendo una recuperación fiel al conjunto original. Aunque
no se pudo hacer lo mismo con la parte inferior, sí se acondiciona una nueva
zona ajardinada: se coloca una pajarera, se construyen nuevas fuentes y canales
que se pueblan con aves acuáticas, un laberinto y un parque infantil. Además,
se edifica un auditorio al aire libre en el que se celebran espectáculos
teatrales y musicales.
Desde su construcción, este
sorprendente parque ha recibido infinidad de críticas negativas: desde su falta
de valor artístico e histórico, encuadrándolo dentro de un arte kitsch, en el
que prevalece el cemento, hasta incluirlo dentro de las características del
arte naif que sólo era apreciado por las gentes sencillas e infravalorado por
los estudiosos de arte. Luis Seoane, en su artículo “El Pasatiempo de Betanzos”, publicado en los años 50 del siglo
pasado, se refiere a él con este magnífico elogio: “una obra casi perdida que el arte gallego puede, sin embargo,
clasificar en un capítulo de su historia”. Aunque no pueda alcanzar el auge
que tuvo en su momento, el Pasatiempo se ha convertido, de nuevo, en un gran
espacio de recreo, de fantasía y magia, en una maravilla rescatada del olvido
desde el recuerdo.
Son variadas las fiestas y
romerías parroquiales y de barrio que tienen lugar en la villa, a lo largo de
todo el año, aunque algunas de ellas, con interrupciones. Pero todo su ciclo
festivo está presidido por los grandes festejos patronales de la villa: los que
tienen lugar en pleno mes de agosto, en honor a su patrón, San Roque, el santo
peregrino y protector ante cualquier mal, que tenía su capilla en el mismo
Campo de la Feria. Son
fiestas declaradas de Interés Turístico Nacional con gran significado
tradicional y religioso.
En el año 1416, la ciudad se
había ofrecido a San Roque por la intervención divina que éste hizo para atajar
la peste y, desde entonces, todos los años, los betanceiros cumplen con el
voto. El centro de estos eventos, que duran unas dos semanas, se sitúa en la Plaza del Campo. En la torre
de la Iglesia
de Santo Domingo, se realiza, además, precisamente en la noche de San Roque, el
16 de agosto, el lanzamiento del famoso globo de papel de Betanzos –considerado
el aerostato, fabricado en ese material,
más grande del mundo-; un original espectáculo de amplia resonancia, que
empezó hace casi dos siglos, y al que llegan a asistir miles de personas. La
familia Pita es la principal organizadora de este acontecimiento. Después de
montar todas sus piezas, pintadas y decoradas por artistas, que reflejan la
actualidad política y social desde un punto de vista satírico, se infla,
quemando gavillas de paja. Es el momento álgido de unas fiestas caracterizadas
por el respeto a un pasado y a unas tradiciones.
Junto a los festejos en honor a San
Roque, la famosa gira en embarcaciones, adornadas con ramas, flores y cintas,
para ir a comer a los Caneiros, es otro reclamo más para acercarse a conocer
esta atractiva villa. La romería fluvial betanceira, declarada de Interés
Turístico Nacional, invade el río Mandeo, aguas arriba los días 18 y 25 de
agosto, desde la misma villa hasta el Campo de Os Caneiros. La obligada
diversión, en donde se mezcla el agua y el vino, la gastronomía y el disfrute
de un paisaje de gran atractivo son los elementos primordiales de esta romería.
Sofía Casanova hizo referencia a esta popular celebración con los siguientes
versos:
“¡Los Caneiros! Poesía
inefable de mi tierra,
divinamente pagana
y cristianamente bella…”
No puedo terminar esta referencia
a las fiestas de la villa, sin aludir a su concurrido mercado medieval que se
celebra el segundo fin de semana de julio y que cada año alcanza una mejor
consolidación. Aunque las ferias medievales se suceden por toda la geografía
gallega, especialmente en la temporada estival, la de Betanzos la considero uno
de los mejores mercados de este tipo. Fue en el siglo XIV cuando a esta villa
se le concedió un privilegio real para la celebración de una feria franca anual
con el objetivo de impulsar la actividad económica. Aquel mercado se revive
ahora con la Feria Franca
Medieval de Betanzos. En este atractivo evento, el olor de los productos
gastronómicos que se elaboran en sus puestos, así como el de especias e
incienso impregnan todo el casco urbano brigantino. Los tenderetes de artesanía
y las actividades gremiales se multiplican en cada calle y en cada esquina. Los
espectáculos y recreaciones históricas –como el apresamiento y la expulsión de
los leprosos de la villa-, los torneos, trovadores, malabaristas y músicos
asaltan a los miles de visitantes que se acercan durante esos días hasta este
escenario medieval de la Ciudad
de los Caballeros. Todos estos elementos enriquecen una ambientación que ha
conseguido que Betanzos reviva el esplendor de aquella época, y que un
recorrido por sus calles, durante esos tres días, suponga un viaje imaginario a
su glorioso pasado.
También es reseñable la
exaltación de la tortilla durante la celebración de la fiesta de este producto
gastronómico y que tiene lugar en el mes de junio desde hace sólo tres años;
así como la Fiesta
del Vino de Betanzos, en mayo, para ensalzar este néctar de dioses.
Por otro lado, tanto la Bienal Internacional
de Pintura al Aire Libre, conocida como “Las Balconadas” -las telas que realizan
pintores de diversos países se exhiben desde los balcones-, o el Curso
Internacional de Grabado son ejemplos que muestran que la cultura y el arte en
Betanzos siguen vivos.
Una conservación necesaria.
Es probable que, cuando
recorremos esta señorial ciudad, declarada conjunto histórico-artístico en el
año 1970, por sus barrios antiguos, sus casas y sus monumentos, pensemos que
Betanzos se mantuvo así durante siglos. Grave error. Desde tiempos medievales,
el viejo burgo brigantino ha sufrido la destrucción, el deterioro y ruina de muchos
de sus edificios. Los devoradores incendios, la erosión que provoca el paso del
tiempo y el abandono han contribuido a que el conjunto arquitectónico de
Betanzos fuera derruído, pero también levantado en varias ocasiones. Existen
documentos históricos que mencionan, incluso, destrucciones de casi toda la
villa. Pero a pesar de que sus antiguas viviendas y demás edificios hayan sido
derrumbados por una pluralidad de causas, sí se ha conservado el diseño
y el sabor antiguo de sus plazas y de sus calles medievales. En
Betanzos, la judería, el trazado de su muralla y los edificios góticos conviven
plácidamente con las galerías blancas de madera de la arquitectura popular, y
con las casas blasonadas de granito componiendo una de las estampas más
hermosas y heterogéneas de Galicia que nos quedará grabada en nuestra retina.
El Betanzos histórico, de solera
y de gran belleza, que podemos admirar hoy, es el resultado de una evolución
natural, de una serie de cambios que se han producido durante su larga existencia
en épocas de fortuna pero también de
malos presagios.
Y es que todos los cascos
históricos son delicados y el de la
Ciudad de los Caballeros no iba a ser la excepción. Betanzos
ha empezado a enfermar. Necesita una urgente intervención para salvar del
abandono y de la ruina una gran parte de las casas que malviven en su zona
vieja y que han entrado en una fase seria de degradación y de desplome: muros y
cubiertas a punto de caer, paredes abombadas, grietas, galerías y balcones en
un estado precario…son motivos que anuncian un declive. Fue el 2 de octubre de
2008 cuando saltó la alarma. Después de años de abandono, el dueño de la
conocida como Casa Gótica, una construcción del siglo XV, de la calle de la Cerca , considerada, junto con
la que lleva el número 9, como la más antigua de Betanzos, derribó su fachada
–con una puerta enmarcada por un arco conopial y dos escudos-, argumentando
motivos de seguridad. Este hecho se ha convertido en el ejemplo simbólico que
nos indica la gravedad de la situación. Pero la falta de subvenciones
económicas, la lentitud de la burocracia, junto con los problemas de herencias,
hacen que el proceso por rehabilitar las viviendas del casco histórico se
ralentice. Sólo cabe esperar que las transformaciones urbanas y arquitectónicas
que se producirán no cambien, sustancialmente, las características de este
conjunto irrepetible.
Para que una villa como Betanzos
perviva, es necesario conservarla y reconstruirla tanto material como
simbólicamente, e irla reinventando al mismo tiempo; pues nada queda hecho
permanentemente. Sería una lástima que este paraíso urbanístico de la
Edad Media gallega se quedase sin sus
Caballeros.
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