miércoles, 3 de octubre de 2012

Betanzos de los Caballeros (II)


El Pasatiempo, donde habita la originalidad.
La historia y el devenir del Betanzos de las últimas décadas no estarían completos sin la memoria de sus dos indianos benefactores: los hermanos García Naveira. Su máxima preocupación, recién llegados de Argentina, se centró en invertir su fortuna, conseguida en América, en obras benéfico-sociales y en los aspectos educativo y cultural. Intentaron que los niños y adultos de Betanzos tuviesen unas oportunidades que ellos no habían tenido la suerte de disfrutar.  

El Sanatorio de San Miguel; la fundación de Escuelas -en las que se aplicaron las más avanzadas técnicas pedagógicas y que, hoy en día, se conservan en condiciones óptimas-; dos lavaderos públicos sobre el río Mendo -uno de ellos, el de “As Cascas”, todavía se sigue usando-; el asilo de ancianos; su propia casa, de estilo afrancesado, situada en la Plaza del Campo y, sobre todo, el singular y encantador Parque del Pasatiempo, son obras construidas por ellos. Aunque algunas ya han desaparecido, otras se han logrado conservar. Entre éstas últimas destaca este extenso parque enciclopédico, a las afueras de Betanzos, que no pasará desapercibido para el visitante. Encontrar un conjunto tan peculiar y original en cualquier otro lugar del mundo, creo que puede convertirse en una ardua y quizá imposible tarea. Por ello, este entrañable e imaginativo parque pienso que merece un capítulo propio dentro de este reportaje.


El fantástico y onírico proyecto fue ideado por ambos indianos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, con la pretensión de servir no sólo de espacio de recreo, sino también como un ámbito educativo para los betanceiros y para los habitantes del entorno. Muestra aspectos y elementos de la historia y cultura de países lejanos. Para realizar este ambicioso trabajo, Don Juan García Naveira, su principal propulsor, se hizo con una superficie de terreno de 90.000 metros cuadrados, y que recibirá el nombre de “la huerta de Don Juan”. Los conocimientos adquiridos en sus muchos viajes le sirvieron de inspiración para plasmar, en esta gran obra personal –considerada por algunos como la “obra de un loco”-, las escenas y maravillas que descubrió.

En esta extensión se distinguen dos partes muy bien definidas. Un primer elemento orográfico responde a una llanura pantanosa, cuyas aguas fueron canalizadas y que se preparó para albergar jardines con avenidas, puentes, plazoletas y grandes fuentes como la de las Cuatro Estaciones, la de Neptuno o la de Cupido; y también estanques, entre los que destaco el de los Papas que estaba rodeado por los bustos de los 400 pontífices que habían existido desde San Pedro. Pequeñas construcciones, como la casa de los espejos o el pabellón de los mosaicos, formaban, también, parte de este parque. Cada una de las avenidas que ordenaba los jardines tenía una finalidad didáctica e ilustrativa. Existía, así, la avenida de los Emperadores Romanos, adornada con los bustos de aquellos personajes históricos realizados en mármol blanco; la avenida de los Álamos, con esculturas de destacados hombres de letras como Dante, Dickens, Cervantes, entre otros; y grupos escultóricos como el de la Caridad Romana y el de los Hermanos García Naveira. Hasta su propio dormitorio y comedor totalmente amueblados, hechos en mirto recortado, aparecían también representados. A estos jardines se accedía a través de una gran entrada custodiada por dos leones, esculpidos en mármol de Carrara, y que fueron trasladados al Santuario de Covadonga en Asturias.

El segundo elemento orográfico del parque es la ladera de la colina. Esta zona –la que mejor se ha conservado de todo el conjunto- se preparó en cinco niveles en donde podemos contemplar un completo y sorprendente grupo de temas enciclopédicos: el estanque del Retiro, misteriosas grutas y cuevas artificiales con sus estalactitas y estalagmitas, un gigantesco león, inscripciones y altorrelieves a lo largo de las paredes realizadas en diversos materiales, entre los que predomina el cemento. Aparecen representadas, así, la escena del viaje realizado por don Juan y su familia a Egipto, la muralla china, la pared de los husos horarios, una estación funicular, un aeroplano, el canal de Panamá, el árbol genealógico del capital, seres mitológicos, un buzo, entre otros curiosos temas y relieves escultóricos. También tuvo cabida un pequeño zoológico en la parte superior de esta ladera. Todo ello rodeado por una exótica vegetación. Y en lo más alto, el mirador chino desde el que podemos contemplar una vista panorámica de la Ciudad de los Caballeros.
 
 
 
A partir de la década de los años 30, con la muerte de Don Juan, el inicio de la guerra civil, la erosión que ocasiona el paso del tiempo, los expolios y las intervenciones urbanísticas en su entorno -como la apertura de una carretera que atravesaría toda la finca rompiendo esta unidad en dos partes-, se produce el progresivo abandono y declive del Pasatiempo que, incluso, llegó a aparecer en famosas guías turísticas de la época. Cayó, así, en el olvido y la desidia.

Después de haber visitado en un par de ocasiones este excepcional parque, plagado de abundantes imágenes e inscripciones interpretativas, siempre me ha surgido la pregunta de por qué una obra con unas características tan llamativas ha quedado abandonada y habitada por la maleza durante bastantes años. ¿Sería, quizá, porque, para un historiador, este parque, sin apenas antigüedad, carecía de una calidad artística reconocida y, consecuentemente, se trataba de una obra cuya monumentalidad se ha cuestionado?
 
 
A partir de los años 80 y 90 del siglo XX, el interés de diferentes colectivos por conseguir que este emblemático y fantasioso parque floreciese de nuevo, logra las ayudas económicas para realizar los proyectos de rehabilitación que supondrán una destacada remodelación de este encantador paraje único. Así, la estatua de los hermanos García Naveira se traslada a su ubicación actual, en la Plaza del Campo. Además, el Ayuntamiento adquiere los terrenos de la zona ajardinada, levantando en ellos unas instalaciones deportivas. La denominada parte enciclopédica fue restaurada en su mayoría, prevaleciendo una recuperación fiel al conjunto original. Aunque no se pudo hacer lo mismo con la parte inferior, sí se acondiciona una nueva zona ajardinada: se coloca una pajarera, se construyen nuevas fuentes y canales que se pueblan con aves acuáticas, un laberinto y un parque infantil. Además, se edifica un auditorio al aire libre en el que se celebran espectáculos teatrales y musicales.

Desde su construcción, este sorprendente parque ha recibido infinidad de críticas negativas: desde su falta de valor artístico e histórico, encuadrándolo dentro de un arte kitsch, en el que prevalece el cemento, hasta incluirlo dentro de las características del arte naif que sólo era apreciado por las gentes sencillas e infravalorado por los estudiosos de arte. Luis Seoane, en su artículo “El Pasatiempo de Betanzos”, publicado en los años 50 del siglo pasado, se refiere a él con este magnífico elogio: “una obra casi perdida que el arte gallego puede, sin embargo, clasificar en un capítulo de su historia”. Aunque no pueda alcanzar el auge que tuvo en su momento, el Pasatiempo se ha convertido, de nuevo, en un gran espacio de recreo, de fantasía y magia, en una maravilla rescatada del olvido desde el recuerdo.

 El Betanzos festivo, donde pervive la tradición.
Pero Betanzos no sólo ha conservado sus magníficas obras de arte, también ha sabido guardar su vida y sus festejos tradicionales de carácter religioso, conmemorativo, comercial o de esparcimiento.

Son variadas las fiestas y romerías parroquiales y de barrio que tienen lugar en la villa, a lo largo de todo el año, aunque algunas de ellas, con interrupciones. Pero todo su ciclo festivo está presidido por los grandes festejos patronales de la villa: los que tienen lugar en pleno mes de agosto, en honor a su patrón, San Roque, el santo peregrino y protector ante cualquier mal, que tenía su capilla en el mismo Campo de la Feria. Son fiestas declaradas de Interés Turístico Nacional con gran significado tradicional y religioso.

En el año 1416, la ciudad se había ofrecido a San Roque por la intervención divina que éste hizo para atajar la peste y, desde entonces, todos los años, los betanceiros cumplen con el voto. El centro de estos eventos, que duran unas dos semanas, se sitúa en la Plaza del Campo. En la torre de la Iglesia de Santo Domingo, se realiza, además, precisamente en la noche de San Roque, el 16 de agosto, el lanzamiento del famoso globo de papel de Betanzos –considerado el aerostato, fabricado en ese material,  más grande del mundo-; un original espectáculo de amplia resonancia, que empezó hace casi dos siglos, y al que llegan a asistir miles de personas. La familia Pita es la principal organizadora de este acontecimiento. Después de montar todas sus piezas, pintadas y decoradas por artistas, que reflejan la actualidad política y social desde un punto de vista satírico, se infla, quemando gavillas de paja. Es el momento álgido de unas fiestas caracterizadas por el respeto a un pasado y a unas tradiciones.

Junto a los festejos en honor a San Roque, la famosa gira en embarcaciones, adornadas con ramas, flores y cintas, para ir a comer a los Caneiros, es otro reclamo más para acercarse a conocer esta atractiva villa. La romería fluvial betanceira, declarada de Interés Turístico Nacional, invade el río Mandeo, aguas arriba los días 18 y 25 de agosto, desde la misma villa hasta el Campo de Os Caneiros. La obligada diversión, en donde se mezcla el agua y el vino, la gastronomía y el disfrute de un paisaje de gran atractivo son los elementos primordiales de esta romería. Sofía Casanova hizo referencia a esta popular celebración con los siguientes versos:

“¡Los Caneiros! Poesía
                                               inefable de mi tierra,
                                               divinamente pagana
                                              y cristianamente bella…”
 
No puedo terminar esta referencia a las fiestas de la villa, sin aludir a su concurrido mercado medieval que se celebra el segundo fin de semana de julio y que cada año alcanza una mejor consolidación. Aunque las ferias medievales se suceden por toda la geografía gallega, especialmente en la temporada estival, la de Betanzos la considero uno de los mejores mercados de este tipo. Fue en el siglo XIV cuando a esta villa se le concedió un privilegio real para la celebración de una feria franca anual con el objetivo de impulsar la actividad económica. Aquel mercado se revive ahora con la Feria Franca Medieval de Betanzos. En este atractivo evento, el olor de los productos gastronómicos que se elaboran en sus puestos, así como el de especias e incienso impregnan todo el casco urbano brigantino. Los tenderetes de artesanía y las actividades gremiales se multiplican en cada calle y en cada esquina. Los espectáculos y recreaciones históricas –como el apresamiento y la expulsión de los leprosos de la villa-, los torneos, trovadores, malabaristas y músicos asaltan a los miles de visitantes que se acercan durante esos días hasta este escenario medieval de la Ciudad de los Caballeros. Todos estos elementos enriquecen una ambientación que ha conseguido que Betanzos reviva el esplendor de aquella época, y que un recorrido por sus calles, durante esos tres días, suponga un viaje imaginario a su glorioso pasado.
 
 
También es reseñable la exaltación de la tortilla durante la celebración de la fiesta de este producto gastronómico y que tiene lugar en el mes de junio desde hace sólo tres años; así como la Fiesta del Vino de Betanzos, en mayo, para ensalzar este néctar de dioses.

Por otro lado, tanto la Bienal Internacional de Pintura al Aire Libre, conocida como “Las Balconadas” -las telas que realizan pintores de diversos países se exhiben desde los balcones-, o el Curso Internacional de Grabado son ejemplos que muestran que la cultura y el arte en Betanzos siguen vivos.

Una conservación necesaria.
Es probable que, cuando recorremos esta señorial ciudad, declarada conjunto histórico-artístico en el año 1970, por sus barrios antiguos, sus casas y sus monumentos, pensemos que Betanzos se mantuvo así durante siglos. Grave error. Desde tiempos medievales, el viejo burgo brigantino ha sufrido la destrucción, el deterioro y ruina de muchos de sus edificios. Los devoradores incendios, la erosión que provoca el paso del tiempo y el abandono han contribuido a que el conjunto arquitectónico de Betanzos fuera derruído, pero también levantado en varias ocasiones. Existen documentos históricos que mencionan, incluso, destrucciones de casi toda la villa. Pero a pesar de que sus antiguas viviendas y demás edificios hayan sido derrumbados por una pluralidad de causas, sí se ha conservado  el diseño  y el sabor antiguo de sus plazas y de sus calles medievales. En Betanzos, la judería, el trazado de su muralla y los edificios góticos conviven plácidamente con las galerías blancas de madera de la arquitectura popular, y con las casas blasonadas de granito componiendo una de las estampas más hermosas y heterogéneas de Galicia que nos quedará grabada en nuestra retina.

El Betanzos histórico, de solera y de gran belleza, que podemos admirar hoy, es el resultado de una evolución natural, de una serie de cambios que se han producido durante su larga existencia en épocas de fortuna  pero también de malos presagios.

Y es que todos los cascos históricos son delicados y el de la Ciudad de los Caballeros no iba a ser la excepción. Betanzos ha empezado a enfermar. Necesita una urgente intervención para salvar del abandono y de la ruina una gran parte de las casas que malviven en su zona vieja y que han entrado en una fase seria de degradación y de desplome: muros y cubiertas a punto de caer, paredes abombadas, grietas, galerías y balcones en un estado precario…son motivos que anuncian un declive. Fue el 2 de octubre de 2008 cuando saltó la alarma. Después de años de abandono, el dueño de la conocida como Casa Gótica, una construcción del siglo XV, de la calle de la Cerca, considerada, junto con la que lleva el número 9, como la más antigua de Betanzos, derribó su fachada –con una puerta enmarcada por un arco conopial y dos escudos-, argumentando motivos de seguridad. Este hecho se ha convertido en el ejemplo simbólico que nos indica la gravedad de la situación. Pero la falta de subvenciones económicas, la lentitud de la burocracia, junto con los problemas de herencias, hacen que el proceso por rehabilitar las viviendas del casco histórico se ralentice. Sólo cabe esperar que las transformaciones urbanas y arquitectónicas que se producirán no cambien, sustancialmente, las características de este conjunto irrepetible.

Para que una villa como Betanzos perviva, es necesario conservarla y reconstruirla tanto material como simbólicamente, e irla reinventando al mismo tiempo; pues nada queda hecho permanentemente. Sería una lástima que este paraíso urbanístico de la Edad Media gallega se quedase sin sus Caballeros.
 

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