domingo, 11 de noviembre de 2012

La muralla de Lugo, milenaria y monumental (I)

Una de las ciudades gallegas a la que le tengo un especial cariño, aparte de Santiago de Compostela y Ferrol, es Lugo. Su pequeño tamaño, la familiaridad y la tranquilidad que se respira por sus espacios y sus calles, su vieja y atractiva trayectoria histórica, sus arquitecturas y su arte son rasgos y elementos que siempre me han seducido. Es por ello que, como homenaje a esta gran ciudad con un inmenso y crucial significado histórico, he querido compartir, con todo aquel que quiera leerla, esta modesta crónica sobre esa urbe, especialmente, sobre su muralla.

Cualquiera que conozca algo sobre el devenir histórico de esta capital de provincia gallega, sabe que Lugo es una ciudad histórica, pequeña, hermosa y agradable que ha sabido convertir la grandiosa muralla que la abraza en un elemento fundamental en el desarrollo de su paisaje urbano. Este gran conjunto artístico, símbolo por excelencia de la ciudad y testigo de su pasado, invita, a todo aquel que se acerque, a perderse por su casco antiguo, a realizar un recorrido por su adarve y a acogerse a la hospitalidad de los lucenses.
 
Los inicios de una urbe eterna.
Es posible que el nombre de Lugo proceda de una divinidad indígena que se veneraba en esa zona, llamada Lugh; o bien provenga de Lucus, un bosque sagrado. Pero de lo que no cabe duda es que la ciudad de Lucus Augusti fue, junto a Astúrica y Brácara, uno de los tres centros de influencia romana en el noroeste peninsular. Se fundó entre los años 15 y 13 a.C., por Paulo Fabio Máximo, legado de Augusto, dentro de una situación beligerante, cuando las guerras cántabras estaban en pleno desarrollo, impulsadas por los romanos para lograr la conquista del noroeste de Hispania.

Su origen, pues, hay que situarlo en un asentamiento campamental que realizaba labores de vigilancia sobre el río Miño. Una vez que dejó de cumplir esa función, empezó a entrelazarse la urdimbre de una distribución urbana y, junto con ella, la historia de una ciudad. El emperador Augusto la nombró capital del convento jurídico en la periferia del Imperio romano. Se convertirá, así, en un gran foco propagador de romanización, en un centro del que partirán las más importantes vías de comunicación terrestre, en un núcleo socioeconómico, comercial, administrativo y político de gran trascendencia y en la primera urbe y la más antigua de Galicia.

La ordenación de sus primitivas vías y de su foro; el trazado de las calzadas, con sus pórticos a un lado y otro de la calle para protegerse de las inclemencias climáticas y para el desarrollo de actividades comerciales y artesanales; la construcción de edificios públicos -como las termas- y también privados –algunos con estancias decoradas con pinturas murales y mosaicos-; un sistema de drenaje y abastecimiento de aguas por medio de un acueducto, pozos, canalizaciones y la construcción de su impresionante recinto amurallado, a finales del siglo III d.C., el elemento más admirable y singular de Lugo, son suficientes muestras que la elevan a la categoría de ciudad antigua, eterna y monumental.
 

 
Será en pleno siglo IV, cuando Lucus Augusti alcance la cima de su desarrollo urbano. Poco tiempo después, en el siglo V, muchas construcciones son destruidas o bien abandonadas, posiblemente por la llegada de varios pueblos foráneos, a lo que hay que añadir la crisis política del Imperio.

Más tarde, alrededor del siglo VIII, Lugo sufrió un total abandono. Pero su condición de sede episcopal y su situación como lugar de paso del Camino de Santiago ayudaron a que, en el siglo XII, se produjese un crecimiento destacado de este espacio geográfico.

El devenir de una muralla.
La vetusta capital de esta provincia del norte de Galicia puede enorgullecerse de conservar, casi intacto, su recinto amurallado. Excepto algunas modificaciones -como la inauguración de nuevas puertas-, el resto son pequeños cambios: la construcción de un baluarte angular en el siglo XIX, la apertura de varias troneras en algunos cubos, durante las guerras carlistas, o la consolidación de sus muros a lo largo de las etapas medieval y moderna.
 
De las diez puertas que, actualmente, tiene abiertas la muralla -y que, junto con los cubos, se han erigido en unos de sus elementos más singulares-, cinco de ellas son de fábrica romana y las restantes son de factura moderna y contemporánea. Su función era la de facilitar las comunicaciones que el crecimiento urbanístico de Lugo exigía. A todas ellas, tanto a las originales como a las nuevas se les imprimía de una cualidad diferenciadora y monumental -por ser la imagen de una ciudad que recibía a los forasteros- con el empleo de materiales constructivos de mejor calidad, el uso de algún elemento decorativo y la construcción de torres que las flanqueen de mayor tamaño que las restantes.  De lo que no cabe duda es que la muralla ha sabido mantener su diseño totalmente romano.
 

Los más de dos kilómetros de perímetro de este cinturón pétreo forman el conjunto mejor conservado de la Península Ibérica, dentro de su género. Su planta de elipse imperfecta, compuesta por lienzos rectos o algo curvados y cubos semicirculares intercalados de trecho en trecho, que se manifiestan  hacia el exterior, constituyen  un auténtico conjunto defensivo, de singular monumentalidad, construido  en plena época del Bajo Imperio Romano, en previsión de posibles ataques, teniendo en consideración la inestabilidad social y política que se vivía en aquel momento.


A este complejo sistema lo precedía un foso y un intervalum o espacio interno, paralelo a la fortificación, que lo separaba de las edificaciones más cercanas. Conservó esta función defensiva hasta mediados del siglo XIX, función que se complementó, con el paso de los siglos, con otras diferentes, como mantener cierto microclima que favoreciese la habitabilidad de la ciudad. Era y es, también, zona de paseo para sus habitantes.

Ya en el siglo XVIII, el Capitán General del Reino de Galicia ordenó que no se debía molestar a los paseantes que recorrían el adarve de la muralla con el humo procedente de las chimeneas de las casas cercanas. Asimismo, impidió la evasión de impuestos o la entrada de personas -ya que si estuviese en condiciones ruinosas, se podrían introducir, de manera fraudulenta, productos que tenían que tributar en cualquiera de las puertas de entrada a la ciudad.

Realizó, igualmente, una función religiosa: la Porta Nova, la Miñá y la de San Pedro albergaron capillas, convirtiéndose en lugares sagrados. Y no olvido que algunas de sus torres realizaron funciones de vivienda, heredando su antiguo uso como estancia defensiva. Según los datos documentales y arqueológicos disponibles, el número de cubos se fija en 85.
 

En sus torres, con una altura de dos pisos, que se elevaban sobre el adarve, se abría una línea de cuatro ventanas con arcos de medio punto. Así lo atestigua uno de los cubos de la zona de A Mosqueira. Después de las tareas de restauración y limpieza, realizadas en los años 70 del siglo XX, hoy en día, podemos apreciar 71 cubos, algunos de ellos incompletos.

 
Se accedía  a las torres por medio de unas escaleras, que responden al tipo de doble ala, encajadas en la base maciza de esas construcciones. Es posible que todas las torres estuviesen cubiertas por una combinación de tejas planas y tejas curvas, o bien por una techumbre de madera o una cubierta hecha de material vegetal de paja o de colmo. De todas formas, las mejoras realizadas en los muros, a lo largo del tiempo, modificaron el aspecto original de algunos de los cubos.

A pesar de haber sido declarada Monumento Nacional en el año 1921 y, en noviembre del 2000, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO -reconocimiento que avala todos sus valores-, su recuperación es, en cierto modo, reciente; pues en la década de los 70 del siglo XX, todavía existían edificaciones adosadas a su pared exterior, debiendo proceder a su derribo. La demolición de las construcciones permitió averiguar que éstas usaban la muralla como paramento y espacio habitacional. Será en el año 1986 cuando comience a ordenarse la actividad arqueológica de la antigua ciudad romana y cuando se lleven a cabo actuaciones que se dirijan hacia una puesta en valor total del recinto amurallado.

Continuará……

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