Así se titula
un magnífico libro-disco que adquirí durante mi visita a la pequeña y preciosa
ciudad de Teruel. Se trata de una joya musical en la que se pretende, como así
comenta Javier Sáenz en la introducción, “…ambientar
musicalmente uno de nuestros patrimonios con reconocimiento mundial, el mudéjar.”
Y creo que el proyecto de musicalizar este patrimonio turolense ha sido todo un
logro.
En esta antigua
ciudad, de angostas calles y plazas pequeñas e irregulares, convivieron,
durante siglos, cristianos y musulmanes. Nos remontamos a una España medieval
en la que los reinos cristianos del norte peninsular consiguieron avanzar hacia el
sur reconquistando, así, los territorios arrebatados por el Islam siglos atrás.
La tolerancia religiosa que parecía existir en aquella España con unas
peculiares circunstancias históricas, sociales, políticas y culturales
posibilitó el mantenimiento de la población vencida musulmana a la que se le
permitió conservar su organización social, su lengua, su cultura y su religión.
“Mudayyan” es el término árabe que, a lo largo del tiempo, ha
derivado en “mudéjar” y que significa
“aquel a quien ha sido permitido quedarse”. La arquitectura mudéjar de la
ciudad de Teruel es, pues, el resultado enriquecedor del arte hispanomusulmán
que se desarrolló en el seno de una sociedad cristiana, un fenómeno artístico
único surgido de esa convivencia religiosa, política, cultural y social durante
la España del medievo. El arte mudéjar es uno de los tesoros
indiscutiblemente más destacados del patrimonio cultural aragonés. Ha
recibido influencias tanto del arte hispanomusulmán como del cristiano
medieval. Como consecuencia, la encantadora ciudad de Teruel fue un gran centro
de obras artísticas durante la época medieval, creaciones arquitectónicas y
artesanas que el devenir de los siglos ha respetado magnificando la belleza
mudéjar de los monumentos de la ciudad de Teruel y que han sido declarados
Patrimonio de la Humanidad en el año 1986.
Y entre esos
monumentos más antiguos y fascinantes de este arte mudéjar único que se han
conservado en esta pequeña población aragonesa destacan la torre de la actual
catedral -heredera de la iglesia de Santa María de Mediavilla-, la torre y el
claustro de la iglesia de San Pedro, la torre de San Martín y la majestuosa
torre de El Salvador. Todas ellas son, además, torres campanarios, y
representan el símbolo más legítimo y puro del mudéjar aragonés.
Esta arquitectura
ha desarrollado una elegante decoración de arcos lobulados entrecruzados,
ventanas abocinadas, ajimeces y arcos de medio punto.
Por suerte, el
mudéjar se ha afianzado tan fuertemente que ha pervivido, desde entonces, en
otras construcciones posteriores a pesar de la llegada de nuevas corrientes
artísticas. Un ejemplo es la Torre de la Merced construida durante la Edad
Moderna. Y ya, en la segunda década del siglo XX, una gran escalinata, flanqueada
por dos pequeñas torrecillas, unirá la estación del ferrocarril de la ciudad
con el paseo del Óvalo. Está considerada como la gran obra pública neomudéjar.
En ella, además, se puede admirar el relieve de los Amantes de Teruel,
realizado por Aniceto Marinas.
Precisamente, pegado a la iglesia de San Pedro, se encuentra el Mausoleo de los Amantes de Teruel, un centro de interpretación que no sólo nos ilustra sobre la trágica historia de amor de ambos protagonistas –Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla- sino que también nos permite observar sus restos momificados que descansan en dos bellos sarcófagos de celosía, labrados en alabastro y realizados por Juan de Ávalos a mediados del siglo XX. Este curioso centro de interpretación se ha convertido en lugar de peregrinaje para cualquier visitante que se acerque a Teruel. Ambos amantes, junto con el famoso Torico –la pequeñísima escultura de un toro que, desde una alta columna, vigila todo lo que acontece en la céntrica y simbólica Plaza del Torico- son emblemas representativos, identificativos y muy respetados por los turolenses y que forman parte de la historia de su ciudad.
En Teruel, la
arquitectura va indisolublemente unida a una colorida y profusa decoración
mudéjar para la que se emplea cerámica vidriada verde, blanca, de color miel,
negra, amarilla y azul. Esas piezas de cerámica como los fustes, azulejos,
platos… se colocan, a modo de friso, en los muros de ladrillo de las
construcciones con el objetivo de conseguir color y luz sobre ellos, creando,
además, en algunos casos, auténticos tapices decorativos. En los momentos en
los que la luz solar incide sobre las piezas de cerámica es cuando estos
magníficos edificios mudéjares alcanzan su significado total.
En definitiva,
el mudéjar es, quizá, la contribución más auténtica del patrimonio artístico
español al arte universal. Pero no pretendo que este artículo se quede en una
simple referencia a ese arte mudéjar de la ciudad de Teruel, sino que lo que
busco es manifestar mi reconocimiento absoluto por un hermoso trabajo musical
que tiene como referencia única esta corriente artística.
Y es que fue
precisamente durante el recorrido por el interior de una de las torres
mudéjares de la ciudad de Teruel cuando descubrí esta magnífica obra. Mientras
subía las escalinatas de la torre de El Salvador y paseaba por sus pequeños
espacios y estancias superpuestas, la creatividad musical de Javier Mas y Luis
Delgado –se dice que son dos de los músicos que mejor saben interpretar la
música andalusí- me seducía en cada uno de los rincones, en cada uno de los
peldaños, en cada uno de los ladrillos de la torre, creando una atmósfera
musical sugerente y cálida con cada una de las hermosas notas que desprendían
instrumentos como el archilaúd, el laúd, la bandurria, el contrabajo, la viola,
el acordeón, el clarinete, o los atractivos sones de los instrumentos de origen
africano como el sentir, el riq, las karkabas, el udu, las percusiones de agua..;
melodías acompañadas, en un par de piezas, por la cautivadora voz de Abdeljalil
Kodsi y los coros de Abdelaziz Arradi y Moulay M´Hamed Ennaji que colaboran en
este disco.
Son seis los temas
que componen este proyecto. Los cuatro primeros –Nostalgia del mudéjar, Yalulid, Fi lílíet Samar y
Aljafería- fueron compuestos por Javier Mas, un admirable músico aragonés,
considerado como uno de los más completos dentro del panorama musical actual. Javier
Mas es compositor, arreglista, intérprete, director musical, acompañante de
otros magníficos intérpretes como Carlos Cano, María del Mar Bonet y del mismísimo
Leonard Cohen.
Los dos temas
restantes – Tirwal y La Torre de El Salvador-
fueron creados por Luis Delgado, multiinstrumentista, investigador, productor,
asesor musical, compositor y colaborador también de otros grandes artistas como
Amancio Prada, Kepa Junquera, Emilio Cao…, además de formar parte del Quarteto
Medieval de Urueña. Aquí me voy a permitir la licencia de realizar un breve
inciso para quien no haya oído nunca mencionar esta pequeña villa vallisoletana.
Se trata de un pueblo que ha trabajado arduamente para impulsar un magnífico
patrimonio cultural digno de conocer. Entre sus acertadas iniciativas se
encuentra el Museo de las Campanas, el del Gramófono o el de la Música cuyos
fondos, para este último, han sido cedidos, precisamente por Luis Delgado.
Ambos músicos,
Javier Mas y Luis Delgado se han dejado seducir por esta arquitectura de
ladrillos, de cerámica, de yeso, por sus efectos coloristas y lumínicos;
recreando su nostalgia, sus añoradas escenas e imágenes de otras épocas, de
otra vida mudéjar, en el primer tema “Nostalgia del mudéjar”; musicando los
ritmos populares de la ciudad de Marrakech en “Yalulid”; evocando al gran
maestro y músico nubio Hamza El Din en “Fi lílíet Samar”; realizando un gran homenaje
musical a la Aljafería de Zaragoza en “Aljafería”, a la preciosa ciudad de
Teruel en “Tirwal” y al mudéjar turolense en el último tema del disco “La torre
de El Salvador”. En definitiva, han sabido musicalizar, como nadie, este
patrimonio artístico tan genuino. Escuchar las notas melodiosas de este disco nos traslada
a la fascinante época medieval turolense y a los inicios del arte mudéjar que
no sólo se puede conocer y disfrutar observándolo, palpando sus viejos
ladrillos, sino también percibiéndolo por el oído a través de estas hermosas
melodías que nos sumergen en un atractivo universo sonoro de mestizaje
artístico, de mezcla de culturas.
Este excelente
trabajo musical que ayuda a complementar el conocimiento y el disfrute del hermoso arte
mudéjar, especialmente aragonés, va acompañado, además, por un breve pero interesante
libro que lo explica.
Recorrer la
acogedora ciudad de Teruel, conocer todo su acervo mudéjar, perderse por la
calidez de sus espacios intimistas, por sus ambientes de misterio y de
recogimiento, dejarse seducir por la luz tamizada del interior de sus
arquitecturas, escuchar sus silencios,
sus hermosas melodías ha sido todo un placer para la vista y para el oído.
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