Sus señas de identidad.
Continuando con el reportaje
sobre Pontedeume, inicio esta segunda parte en la que intentaré reflejar sus
símbolos arquitectónicos más característicos, puesto que no sólo su viejo
puente -sobre el que hice referencia en la primera parte de este trabajo- se ha convertido en el emblema de esta población, también los restos de
sus castillos –el torreón de los Andrade y la fortaleza de Nogueirosa- se
erigen en verdaderos símbolos representativos de la villa eumesa.
El primero de ellos, el hermoso Torreón de los
Andrade, se levanta en el
mismo corazón de la villa, contemplando el mar. Mandado construir por Fernán
Pérez de Andrade, se trata de una de las pocas torres góticas, de carácter
defensivo, que tenemos en Galicia y que, además, fue testigo de las famosas
revueltas irmandiñas. Es el último vestigio que queda del “Pazo do Conde” que
se extendía por lo que hoy es el mercado de la villa y la plaza del Conde. Esta
espléndida y bien conservada torre del homenaje, de planta cuadrada, con
preciosos ventanales de estilo gótico, posee un magnífico escudo de la poderosa
casa de los Andrade y Lemos procedente del palacio desaparecido. En él se
representan las dieciocho banderas ganadas por Fernando de Andrade a los
franceses en la batalla de Seminara en los inicios del siglo XVI. La corona del
linaje de los Andrade y un ángel que sostiene una cartela en donde se lee “Nolite nocere” (no hagáis daño) son
elementos que terminan de completar esta admirable pieza labrada en granito.
Parece que el palacio fortaleza fue residencia y centro administrativo de la poderosa dinastía gallega de los Andrade. Aquella magnífica construcción, de factura arquitectónica gótica civil fue destruida, lamentablemente, en los años 30 del siglo pasado, por la irresponsabilidad de las instituciones de la época, a pesar de haber sido declarado Monumento Histórico Artístico. No es necesario comentar la barbaridad que se cometió con su derribo. Del edificio sólo nos ha quedado, pues, para el recuerdo, este poderoso y sólido torreón de unos veinte metros de altura que ha sido recuperado para funciones culturales y que alberga la oficina de turismo y el Centro de Interpretación de los Andrade.
A escasos kilómetros de la villa,
Fernán Pérez de Andrade mandó erigir en la parroquia de San Cosme de
Nogueirosa, sobre una orografía rocosa, concretamente en la denominada Pena
Leboreira, a unos 300
metros de altura y en tierras del monasterio de Sobrado
dos Monxes, una fortaleza inexpugnable: el esbelto castillo de Nogueirosa, testigo,
también, del levantamiento irmandiño, y conocido como el castillo de los
Andrade o “castelo da fame”.
Tras las tareas de refuerzo y de
mantenimiento de sus restos, este puesto de vigilancia, que parece querer tocar
con sus nobles y viejas piedras el mismísimo cielo, se mantiene en pie, dando
una soberbia imagen de triunfo y gallardía, dominando los antiguos territorios
de los Andrade, un paisaje amplio, natural, impresionante e indómito sobre la
desembocadura del Eume, en donde la combinación de tierra, mar y río alcanza la perfección formando una conjunción variada de tonos cromáticos azules
y verdes que varían dependiendo del momento del día.
Y como las leyendas populares no
pueden faltar en la historia de muchas de nuestras fortalezas, ésta no podía
quedarse sin un pasadizo secreto que, naciendo en algún lugar no muy alejado,
conduciría hasta el palacio de los condes en el mismo Pontedeume; o bien el
relato que cuenta la romántica historia
de amor de una pareja de amantes que, por los celos de un alcalde, fueron
condenados a morir de hambre en los calabozos del castillo. De ahí procede el
nombre de “castelo da fame”. Hasta no
hace mucho tiempo, todavía había algún campesino que, al pasar ante los restos
de esta pequeña fortificación, todo un símbolo del poder feudal, se santiguaba,
al mismo tiempo que murmuraba “Que Deus
teña na gloria os que morreron no castelo da fame”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario