Después de varios días sin actividad en Cultura y Paisaje, retomo mis tareas en este blog con la intención de dar a conocer un pequeño rincón del noroeste peninsular: Valdoviño. Os dejo aquí la primera parte del reportaje sobre este atractivo municipio del litoral gallego.
El territorio valdoviñés aparece
marcado, casi todo, por la fuerte presencia del inmenso océano. Pero esta
atmósfera paisajística no sólo es costa, montes litorales, mar indómito y
acantilados, salientes y ensenadas, sino que también es una inmensidad sonora y
rítmica en el soplar del viento y en el rumor de las aguas; una variedad de
olores a tierra, salitre y mar y un mosaico de colores y de luz que cambia a lo
largo del día y de las estaciones. Todos estos elementos conforman un auténtico
paisaje atlántico.
Un
Patrimonio cultural.
El municipio de Valdoviño, situado al norte
de Galicia y al noroeste de la provincia de A Coruña, ocupa la franja costera
entre Cabo Prior y Punta Candieira, formando parte del denominado Golfo
Ártabro. Constituye parte de la actual área de influencia de la comarca de
Ferrolterra.
En esta costa, con diversidad de
matizaciones, unas veces suaves y otras bravas, la geografía adquiere dinamismo
gracias a esa compenetración del mar y de la tierra que parece que se buscan y
se rechazan. Diversidad de formas y paisajes llenos de expresividad, tanto
interiores como costeros, caracterizan el relieve de este municipio, formando
una combinación de lo agreste y lo suave.
Desde un punto de vista histórico, la
diseminación de su hábitat, probablemente, haya sido un hecho inicial y muy
remoto en el tiempo. La existencia de varios castros, dispersos por todo el territorio
y que forman parte de un conjunto conocido como Terra de Trasancos, atestiguan esta hipótesis, evidenciando la importancia
de esos primitivos asentamientos. No debemos, pues, subestimar la influencia
del legado de la cultura castreña y precelta en el paisaje cultural del
municipio, aunque, por desgracia, la mayoría de esos restos arqueológicos,
junto con las mámoas que, de una forma lineal, jalonan el camino hacia San
Andrés de Teixido, han sido víctimas del pillaje y del abandono. Considerando
que el Cristianismo primitivo se estableció, en el mundo rural, sobre entidades
poblacionales ya existentes, hay que reconocer, en el caso que nos ocupa, la
relación entre los castros y las instituciones parroquiales.
Todos esos restos, junto con escasos
hallazgos romanos –los romanos llegaron a estas tierras litorales atraídos por
los yacimientos mineros-, son los indicios que demuestran la existencia de
poblamientos antiguos. Incluso se señala
la posibilidad de que la ciudad romana de Adobrica
se ubicase en Valdoviño.
Durante la época medieval, el desarrollo de
este territorio parece que fue potenciado por la implantación de pesquerías
-dirigidas por nobles locales- y por el establecimiento de factorías de salazón
y de conservas de pescado.
También el aspecto religioso tuvo un papel
importante en esta evolución con el impulso que se le dio a la ruta hacia San
Andrés de Teixido -y que hoy en día se trabaja en su recuperación- que
conllevaba una infraestructura de atención a los peregrinos y un desarrollo del
comercio. "El municipio de Valdoviño
está en los antiguos caminos que bordeaban una costa incesantemente batida por
las olas, formada por ensenadas alternantes con acantilados, en otro tiempo
senderos que conducían hacia el venerado santuario de San Andrés de Teixido,
uno de los grandes centros de peregrinación popular en Galicia" (Felipe-Senén
López Gómez, "Rías Altas, de
Ferrolterra a Estaca de Bares”).
Pero en el municipio apenas quedan construcciones
de época medieval. El único vestigio constatable de la
Edad Media es A Ponte de Porto do Cabo,
en la parroquia de Vilarrube, que forma parte de un pequeño y pintoresco núcleo
rural constituido no sólo por este puente -construido en cachotería, con dos
arcos de medio punto, y que todavía conserva la calzada empedrada-, sino
también por la denominada “A Casa da
Bastona”, antigua hospedería del siglo XVI, que daba alojamiento a los
romeros que se dirigían hacia San Andrés; y por molinos fluviales que se sitúan
a la orilla del río Mestas. El puente
era paso obligado en el Camino Real de Ferrol a Cedeira y, además, une el
municipio de Valdoviño con su vecino cedeirés.
El lugar de Porto do Cabo fue y es un punto decisivo en la ruta que realizan
los peregrinos hacia San Andrés. Era
el lugar de encuentro de romeros que venían no sólo de las cuatro provincias
gallegas, sino que también coincidían con los procedentes de Castilla y de
Portugal. Al pie del mismo puente, y hasta no hace muchos años, unas mujeres
llamadas “caldupeiras” preparaban un
reconstituyente caldo que, en grandes tazas, servían caliente a los peregrinos.
“Indo para Santo
Andrés
Aló no Porto do
Cabo,
Díxome unha caldupeira:
-¡Romeiriño!
¿Queres caldo?
-Non, señora; que
me escaldo…
-¡Romeiriño!
¿Queres viño?
-Si, señora; un
papadiño…”
La mayoría de los edificios religiosos de
Valdoviño hacen su aparición a partir del siglo XVIII, aunque su construcción
esté asociada, posiblemente, a otros más antiguos de los que no han quedado
vestigios. Tienen escaso mérito artístico. Pero entre todos ellos, quizá,
destaque la iglesia parroquial de Santiago de Lago con una sencilla fachada
barroca y con un bello retablo en su interior.
Hay que nombrar también pequeñas capillas que
mantienen una relación bastante directa con el fervor hacia determinados santos
como la ermita de “A Nosa Señora do Porto”
o la singular “Capela da Fame”,
conocida como “Capela de Liñeiro”, de
finales del siglo XVI. Situada en el interior del municipio, era albergue y
reposo espiritual de los peregrinos que se dirigían hacia San Andrés de
Teixido, bajo la protección de los caballeros de la Orden de Malta. El origen de
su peculiar nombre procede de que en sus alrededores, los romeros paraban para
descansar y comer. Vale la pena intentar acceder a su interior y contemplar su
precioso retablo renacentista, un programa iconográfico, con un carácter
popular, hecho de granito policromado, en donde se quiere ver representada “a Fame” entre dos medallones con las
efigies de Inés de Castro y de Fernando de Andrade.
Por otro lado, la arquitectura civil del
municipio valdoviñés no es abundante, pero la poca que existe nos muestra la
presencia de algunas familias de origen noble. Familias como la de Pita da
Veiga, Pardo de Andrade o Ponce de León se vinculan con el Pazo da Riva; o los
Piñeiro, condes de Naraío y los Maseda se relacionan con el Pazo de Vilarrube.
Más adelante, les sucederían los Suevos y los Jove. También la Casa de Mosende -hoy casa de
turismo rural- fue propiedad de la familia Pardo Bazán en el siglo XIX. A pesar
de que estos pazos fueron restaurados total o parcialmente, todavía guardan
algún testimonio de su pasado señorial como los escudos relacionados con las
familias que los fundaron, o un reloj de sol y las armas de los Ponce de León que
recuerdan el pasado señorial del Pazo da Riva.
Algunas de estas casas aparecen rodeadas de
fuertes muros cuya misión era protegerlas del bandolerismo decimonónico.
Hay que destacar, igualmente, la existencia
de una vivienda, de grandes dimensiones, del primer tercio del siglo XX, de
estilo indiano, denominada "Casa de
Joselito", como manifestación de una emigración a América.
Pero el municipio de Valdoviño también es
poseedor de un patrimonio efímero, de unas manifestaciones que tienen que ver
con las fiestas religiosas: la del Corpus, la “Romería da Virxe do Porto”, cuya imagen se guarda en la capilla
del mismo nombre, situada en lo alto de un islote, y a la que sólo se puede
acceder durante la bajamar; con actividades agrícolas, como la fiesta de
representación de la malla que se realiza con el objetivo de recuperar esta
antigua tradición; con espectáculos pintorescos, como el descenso de carrilanas
y que, desde el año 1996, está experimentando un proceso de revitalización.
Asimismo, destaca su principal acontecimiento deportivo, con carácter
internacional: el célebre “Pantín
Classic” que tiene lugar, desde hace más de veinte años, en el mes de
septiembre en la playa de Pantín. Se trata de pruebas de surf, puntuables para
los campeonatos europeos de este deporte, y que acoge a surfistas de diversos
países. Y es que el municipio valdoviñés puede presumir de poseer las mejores
playas para subirse en la cresta de la ola. Continuará....
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