Nacen de las frías aguas
atlánticas, plantándole cara a un océano embravecido. Destacan por su belleza
agreste e inusual, por el esplendor de su paisaje, por sus acogedoras playas de arena dorada y fina, por sus agresivos
acantilados, por la riqueza y singularidad de su fauna y flora y por el olor a
mar. Se han convertido en testigos de legendarias historias, en inspiración de
escritores y poetas y en remanso de sosiego para ermitas y conventos. Y como si
de las mismas sirenas de Ulises se tratasen, la seducción que desprenden ha
atraído a muchas gentes del mar, provocando trágicos naufragios. Así son las
Islas Atlánticas.
Inicio, así, la primera entrega
de un nuevo reportaje sobre las cautivadoras islas atlánticas que forman parte
de la geografía marítima gallega.
Isla de Cortegada |
Isla de Sálvora |
Isla de Ons |
Islas Cíes |
Paraísos naturales en las Rías Baixas.
Las aguas de las Rias Baixas, en
la costa gallega, se adornan con pequeños paraísos insulares en donde la fauna
y la flora nacen y crecen protegiéndose de su más temible enemigo, el ser
humano. Los archipiélagos de Cortegada, de Sálvora, de Ons y de las Cíes
constituyen unos entornos naturales, impregnados de un carácter idílico. Son
espacios marítimo-terrestres con un innegable interés paisajístico, ecológico,
biológico e histórico. Por todos estos ricos valores patrimoniales que
conservan, y que los transforman en santuarios marinos, -con un estrecho y
riguroso control sobre todo tipo de actividades humanas que en ellos se
realicen-, han pasado a formar parte, desde el año 2002, de la red de Parques
Nacionales, máxima figura de protección medioambiental en España; sin descartar
futuras ampliaciones con la suma de otras islas gallegas como las Sisargas y
Lobeiras en la provincia de A Coruña y las Estelas en Pontevedra.
Cortegada, un paraíso salvaje.
Situada en el interior de la ría
de Arousa, en contacto con la desembocadura del río Ulla, se la considera un
verdadero jardín botánico; pues puede presumir de tener uno de los mayores
bosques de laurel del continente europeo, además de estar cubierta toda su
costa y gran parte de su interior por una densa arboleda de pinos y robles,
junto con algunos prados. Se encuentra tan próxima a tierra que, durante las
mareas bajas, se llega a ella caminando. La punta Corveiro, que se mete medio
kilómetro en la ría de Arousa, deja al descubierto, durante la bajamar, los Viveiros, rocas que, a modo de puente,
permiten el acceso a la costa de Carril.
El geógrafo Plinio, en el siglo
I, ya la describía con el nombre de Corticata.
Durante la Edad Media , se la
relacionó con las peregrinaciones que, desde el mar, llegaban a Santiago.
En ella existió un hospital,
conocido como “o hospital de Carril”,
del que sólo quedan unos escasos restos, y que se había construido muy cerca de
una ermita dedicada a Nosa Señora de
Cortegada. Se desconocen las circunstancias por las que este hospital dejó
de realizar sus funciones, ni cuándo, ya que gran parte de la documentación se
perdió en unas reformas que se efectuaron en el edificio durante el siglo
XVIII.
Estuvo poblada hasta finales del
XIX y, a principios del XX, la provincia de Pontevedra la adquirió con el
objetivo de edificar una residencia para que el rey Alfonso XIII pudiera pasar
en ella las épocas estivales. Pero el proyecto, al final, no se realizó.
Gracias a la acertada oposición de un grupo de ecologistas, entidades
culturales y vecinales, la isla de Cortegada se salvó, hace muy pocos años, de
la especulación urbanística, cuando una empresa inmobiliaria proyectó la
construcción de hoteles y viviendas de lujo.
La soledad y la tranquilidad que
desprende este paraje insular,
perteneciente al municipio de Vilagarcía de Arousa, hechiza a todo visitante
que se acerque a él e invita a perderse entre su frondoso arbolado y a descansar
en sus playas. La belleza de esta isla inspiró a literatos que elaboraron
coplas como la siguiente:
“Se vas a Carril
o mesmo ó chegar
verás Cortegada
deitada no mar.”
Continuará…..
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