viernes, 8 de junio de 2012

Las islas atlánticas, paraísos cercanos (II)

Un paraíso  singular, el archipiélago de Sálvora.
Contiuando con las paradisíacas Islas Atlánticas, es el turno de la isla de Sálvora.


El archipiélago de Sálvora, constituido por un buen número de islotes y por su isla principal, la de Sálvora,  está situado en la parte occidental de la ría de Arousa. El ilustrado coruñés, José Cornide Saavedra, en 1764, escribió lo siguiente refiriéndose a esa hermosa  y peculiar isla: “Pudiera muy bien habitarse porque tiene agua de mediana calidad, y produce leña de toxo y mucha hierba; y si la cultivasen podría llevar todo género de semillas. Llevan desde Carreira (parroquia de Aguiño) a pastar los ganados en lanchas……El dueño de ella es don Jorge Caamaño, señor del coto de Goyanes, a quien se paga para que los ganados entren a pastar”.

Su costa es bastante accidentada, con rocas tapizadas de percebes, protegida por numerosos escollos que han sido los causantes de varios naufragios en sus aguas. Entre los más míticos y terribles, el naufragio del Santa Isabel en el que fallecieron 213 personas.

Cuando la marea baja, se puede apreciar la existencia de una piedra que permanece unida a la playa conocida como Praia do Almacén o del Castelo.  Sobre ella, se ha labrado la figura de una sirena que parece nacer de las mismas aguas y a la que se le ha dado el nombre de A Serea de Sálvora, símbolo mítico del linaje de los Mariños.



Esta isla, privilegio de la naturaleza, estuvo habitada por colonos hasta 1960. Un destacamento militar la ocupó, también, durante la primera mitad del siglo XX. Actualmente, está desierta. A lo largo de ese siglo, pasó por las manos de diversos propietarios. El visitante que acuda a ella se verá sorprendido, constantemente, por todo lo que ofrece: una pequeña aldea abandonada, formada por sus viviendas y demás construcciones adyacentes; una antigua taberna en donde los marineros mataban el tiempo jugando a las cartas y buscando conversación, al mismo tiempo que saciaban su sed con un vaso de vino, mientras forjaban diversas leyendas sobre la isla; la capilla de Santa Catalina; el faro en Punta de Besugueiros; una antigua fábrica de salazón de pescado que se ha transformado en un pazo para uso del personal del parque y para los visitantes; el muelle;  además de pinares y magníficos arenales con ricos fondos marinos que atraen a los aficionados del submarinismo; sin olvidar su fauna y flora de gran valor ecológico.






Continuará…

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