Del faro de Illa Pancha al de Illa Coelleira.
Tras una breve introducción sobre
las construcciones fareras -publicada en la última entrada de este blog-
empiezo, pues, este luminoso itinerario por un litoral de estridente belleza
que nos permitirá conocer algunos de los faros más interesantes de España.
Inicio mi recorrido de norte a
sur, empezando por el faro de Illa Pancha -en la población lucense de Ribadeo,
contigua a la vecina y noble tierra asturiana- hasta el faro insular de Illa
Lobeira, última luz de la provincia de A Coruña, perteneciente a la Autoridad Portuaria
Coruñesa, y en donde daré por finalizada esta atractiva ruta.
Pero en este primer itinerario, es el turno de los faros ubicados entre Illa Pancha e Illa Coelleira, dejando el resto de las construcciones fareras -hasta el de Illa Lobeira- para futuras entradas a lo largo de los próximos días.
Las dos primeras luces, las de Illa Pancha,
están emplazadas en la ría de
Ribadeo, en donde Asturias y Galicia se rozan a través de un espacio natural de
gran belleza, envuelto en la atmósfera fresca del Cantábrico.
La illa Pancha había servido como
referencia para los navegantes y pescadores que surcaban estas aguas y buscaban
refugio en el puerto de Ribadeo. La elección de esta isla para el emplazamiento
de un primer faro, a mediados del siglo XIX, que señale la entrada a uno de los
estuarios más ricos de Galicia, responde a su ubicación, adentrándose en el
mar. El proyecto de esta torre buscó su integración dentro del edificio de los
torreros. Un pionero puente de hierro facilitaba el tránsito de la isla a
tierra, logrando, así, unas adecuadas comunicaciones con la villa. En los años
80, se levantó un nuevo faro: una torre cilíndrica pintada a franjas negras y
blancas se erige junto a la antigua instalación. Al mismo tiempo, se reemplazó
aquel antiguo puente de hierro, considerado el más antiguo de los realizados en
Galicia con este tipo de material, perdiéndose un importante testimonio de
nuestras antiguas arquitecturas del hierro.
Continuando por la Mariña lucense, llego hasta la pequeña
península de San
Cibrao, en el municipio de Cervo. La decisión de erigir un
faro, también en el siglo XIX, concretamente sobre el promontorio de A
Atalaia, obedece, en un primer
momento, a la importancia que habían adquirido el puerto de San Cibrao y su
vecino de Burela en la pesca de las ballenas, además de considerarlos adecuados
refugios naturales para la navegación; y, en segundo lugar esta luz sería un
instrumento útil para señalar los míticos islotes conocidos como Farallóns. Pero el aumento del tráfico
marítimo -ya sea pesquero o mercante, este último para abastecer la fábrica de
Sargadelos de materias primas durante el siglo XIX- que generaba el puerto de
San Cibrao dejó patente la importancia de la construcción de un pequeño faro de
forma cónica que se sitúa en la fachada norte del edificio auxiliar. La
instalación de otra factoría, Alúmina Española de San Cibrao, en los años 70
del siglo XX, exigió una mejora de sus condiciones, optando por la edificación
de una nueva torre junto a la antigua, siguiendo el modelo estandarizado
impuesto en aquellos años que respondía al de torre cilíndrica blanca y con una
franja negra.
Desde este hermoso lugar podemos
contemplar las rocas conocidas como “os
Farallóns” y que son el origen de la leyenda de la sirena Maruxaina, habitante de esos peñascos,
considerada la culpable de los naufragios que se producían en la zona.
El lugar de San Cibrao alberga un
pequeño y atractivo Museo del Mar, inaugurado en los años 60, un testimonio de
la vida marinera de la costa lucense, que nos muestra su etnografía y su
riqueza biológica.
Dos faros más iluminan este
litoral, antes de entrar en la provincia de A Coruña: el de Roncadoira,
en la agreste punta del mismo nombre, que se levantó para mejorar el acceso a
la ría de Viveiro en los años 70 del siglo XX, y que responde al modelo de
fuste cilíndrico de hormigón pintado de blanco y el faro de illa Coelleira.
En el municipio lucense de O Vicedo se sitúa esta isla que, según algunos
documentos, estuvo ocupada por monjes de la Orden del Temple, hasta la Edad Media. Después de sufrir
los asaltos de piratas, la roca quedó totalmente abandonada. En el siglo XIX,
se toma la decisión de levantar un faro con sus dependencias anexas para dar habitación a los torreros y sus familias,
convirtiéndose en una de las primeras luces insulares. La elección de este
islote para la edificación de la torre obedece a su posición adelantada en
relación a la entrada de las rías de Viveiro y de O Barqueiro cuyos puertos
ofrecían, además, buen abrigo a los barcos en días de fuertes temporales. La
automatización del faro conllevó que la isla quedase deshabitada, ocupada, hoy
en día, por un buen número de aves migratorias, guardianas de secretos
seculares.
Faro de Roncadoira
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En la próxima entrega de este
reportaje, los protagonistas serán los faros situados entre Estaca de Bares y
la Torre de Hércules.
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