martes, 7 de agosto de 2012

La importancia del Códice Calixtino

Cuatro son los itinerarios que conducen hacia Santiago y que en Puente la Reina, en tierras españolas, confluyen en uno solo. El primero pasa por Saint-Gilles, Montpellier, Tolosa y Somport; el segundo por Santa María del Puy, Santa Fe de Conques y San Pedro de Moissac; el tercero, por Santa María Magdalena de Vézelay, San Leonardo de Limoges y la ciudad de Pérogueux; y el cuarto, por San Martín de Tours, San Hilario de Poitiers, San Juan d'Angély, San Eutropio de Saintes y la ciudad de Burdeos. La ruta de Santa Fe, la de San Leonardo de Limoges y la de San Martín de Tours se juntan en Ostabal y pasado el Port de Cize se unen en Puente la Reina a la ruta que pasa por Somport, formando desde allí un solo camino hacia Santiago”.

Lo que acabo de reproducir es el primer capítulo titulado “Los itinerarios hacia Santiago”, perteneciente al libro V del Códice Calixtino, la obra centenaria más conocida vinculada al Camino de Santiago. En este libro V se relata -con el rigor que, en el siglo XII, se sabía y se podía dar- las jornadas del Camino, los nombres de los lugares, los ríos que recorrían ese Camino hacia Santiago, las peculiaridades de las gentes de esas tierras, la descripción de la ciudad compostelana y de su basílica, e incluso el tipo de acogida que había que brindar a los peregrinos a su llegada a la ciudad santa.


Ya ha pasado todo el revuelo mediático ocasionado por la enigmática “volatilización” y “eléctrica” aparición, un año más tarde, del ya famoso Codex Calixtinus, así como la ridícula parafernalia política y religiosa que se generó tras su hallazgo. Y digo “ya famoso”, porque, antes de su desaparición, sólo unos muy pocos expertos profesionales del arte, de la literatura, y trabajadores de los archivos eran conocedores y conscientes de su gran valor.

Para la inmensa mayoría de los mortales, hasta hace algo más de un año, el Códice era una obra completamente desconocida. Aún hoy en día, después de su esperpéntica y surrealista “evasión” y feliz localización y recuperación, el Códice sigue siendo para muchos ciudadanos un libro antiguo, un manuscrito apenas valorado. Posiblemente, muchos de esos ciudadanos se hayan preguntado por qué la desaparición de un libro viejo, con varios siglos a sus lomos y entre sus páginas, haya despertado semejante expectación entre un pequeño círculo de profesionales e investigadores de nuestra historia.

Pues bien, recordando los conocimientos obtenidos sobre este manuscrito miniado durante mis estudios de Bachillerato y de la Universidad, intentaré defender, desde este blog, el valor de una obra literaria colectiva olvidada que, por desgracia, no es la única que descansa en la relegación.

Se trata de una magnífica pieza bibliográfica de 225 folios que se concibió con la intención de favorecer, durante la época medieval, la peregrinación a la ciudad compostelana, y para difundir la veneración y el fervor religioso por el Apóstol Santiago. Como bien dice Francisco Singul en su obra “Historia cultural do Camiño de Santiago”, “Trátase dun monumento bibliográfico ó culto xacobeo e ó Camiño de Santiago, unha especie de “biblia” ou “enciclopedia” da peregrinación occidental”.


Su designación culta es la de “Liber Sancti Jacobi”. El Códice es una de las cinco copias que existen, creo que la más antigua. Las cuatro reproducciones restantes se reparten por la Biblioteca Universitaria de Salamanca, la Nacional, el Vaticano y la British Library de Londres. Su nombre tiene que ver con el Papa Calixto II que promovió la compilación de varios textos concernientes al Apóstol Santiago.  Fue el arzobispo Diego Xelmírez, allá por el siglo XII, el que ordenó la copia de esta obra estructurada en cinco libros:

    -          El libro I, el de la Liturgia: abarca aspectos relacionados con las celebraciones realizadas en el templo compostelano.

-          El libro II, el de los Milagros: relata veintidós milagros atribuidos al Apóstol.

     -          El libro III: narra la traslación del cuerpo del Apóstol desde Palestina  hasta Santiago, llegando, primeramente, a Iria en barca, después de un viaje de siete días.

-          El libro IV, el denominado también Historia Turpini o pseudo Turpin (Turpín fue un arzobispo de Reims, de la época de Carlomagno; aunque también se cree que el autor pudo haber sido otro religioso anónimo, de ahí que reciba el calificativo de pseudo-Turpin) relata, principalmente, las aventuras legendarias de Carlomagno por Hispania.

-          Y, por último, el libro V, quizá el más atractivo, considerado como la guía de los peregrinos por el Camino de Santiago. Se trata de la primera “guía turística” que, a lo largo de sus once capítulos, facilita las indicaciones y nombres de lugares de la ruta jacobea, así como datos geográficos y sobre la condición y personalidad de las gentes que el caminante va dejando a su paso; posibilitando, de esta forma, la llegada de aquellos viajeros hasta la tumba del Apóstol en Santiago de Compostela. Además, como ya indiqué al comienzo de este escrito, realiza una exposición detallada de la urbe compostelana y de su catedral en construcción. Su autoría se le atribuye a Aymeric Picaud. Narra las experiencias vividas por este autor durante su peregrinaje a Santiago allá por el siglo XII.

“La ciudad de Compostela está situada entre dos ríos llamados Sar y Sarela. El Sar se encuentra al oriente entre el Monte del Gozo y la ciudad, y el Sarela al poniente. Las entradas y puertas de la ciudad son siete. La primera entrada se llama Puerta Francesa; la segunda, Puerta de la Peña; la tercera, Puerta de Sofrades; la cuarta, Puerta del Santo Peregrino; la quinta, Puerta Falguera, que conduce a Padrón; la sexta, Puerta de Susannis; y la séptima, Puerta de Mazarelos, por la que llega el precioso licor de Baco a la ciudad”.
              (Capítulo IX del Libro V del Códice Calixtino. “Características de la ciudad   y  basílica de Santiago Apóstol en Galicia”)

Está claro que ni los relatos decimonónicos de ilustres viajeros y aventureros, ni las antiguas guías y demás folletos turísticos de diversas editoriales, nacidas en el siglo XX, se pueden vanagloriar de haber elaborado la primera guía para viajeros, turistas, caminantes y peregrinos. ¡¡¡No señor!!! Han sido, ni más menos, que el autor o los autores del quinto libro del Codex Calixtinus los que deben recibir el renombre de haber proyectado esa primera guía turística del Camino Jacobeo y que, partiendo desde Francia, muestra las indicaciones sobre la ruta y lo que se puede encontrar el viajero durante esta esforzada senda.

Se trata, en definitiva, de un tesoro de la cultura gallega con un valor incalculable, una obra artística, literaria, incluso musical (recoge piezas polifónicas relacionadas con el culto al Apóstol y consideradas como las primeras composiciones musicales europeas, por lo que es un importantísimo documento que ayuda a conocer la historia musical de aquella época)  y, porque no, también identitaria, un manuscrito trascendental, excepcional y fundamental, un trozo muy destacado de nuestra propia historia que forma parte del patrimonio cultural gallego y también nacional.

“…pasados los Montes de Oca, en dirección a Burgos continúa el territorio español con Castilla y Campos. Es una tierra llena de tesoros, de oro, plata, rica en paños y vigorosos caballos, abundante en pan, vino, carne, pescado, leche y miel. Sin embargo, carece de arbolado y está llena de hombres malos y viciosos.
Viene luego la tierra de los gallegos, pasados los confines de León y los puertos de los montes Irago y Cebrero. Es una tierra frondosa, con ríos, prados, de extraordinarios vergeles, buenos frutos y clarísimas fuentes; pero escasa en ciudades, villas y tierras de labor. Es escasa en pan, trigo y vino, pero abundante en pan de centeno y sidra, bien abastecida en ganados y caballerías, en leche y miel, y en pescados de mar grandes y pequeños; rica en oro, plata, telas, en pieles salvajes y otras riquezas, y hasta muy abundante en valiosas mercancías sarracénicas. Los gallegos son el pueblo que, entre los demás pueblos incultos de España, más se asemejan a nuestra nación gala, si no fuera porque son muy iracundos y litigiosos”.
               (Capítulo VII del Libro V del Códice Calixtino. “Nombre de las regiones y características de las gentes del Camino de Santiago”)



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